¡Quién diría que hacer «nada» podría ser tan beneficioso! Estudios recientes han demostrado que la inactividad no solo ayuda a reducir el estrés, sino que también fomenta la creatividad, la reflexión profunda y la resolución de problemas.
La sociedad actual, tan enfocada en la productividad y la multitarea, nos empuja a estar en constante movimiento, a hacer más y a ser más. Esta presión lleva a muchas personas a sentir culpa con pensamientos de «debería estar haciendo esto o aquello» y caen en el estrés.
Pero existe una filosofía, aparentemente absurda, que propone lo contrario: el arte de «no hacer nada», conocido como Niksen. Esta tendencia prioriza dedicar el tiempo a actividades que no parecen «productivas», como descansar o disfrutar de un tiempo de ocio sin propósito.
Niksen, una práctica neerlandesa que ha captado la atención del mundo entero, invita a tomar un descanso y desconectarse de las tareas diarias para recuperarse del agotamiento y reducir el estrés. A diferencia de lo que muchos podrían pensar, el Niksen no está relacionado con la pereza ni con la inactividad improductiva. Todo lo contrario: esta práctica busca mantener una buena salud física y mental, actuando como un remedio para el exceso de trabajo y la ansiedad que la vida moderna genera.
Cuando las exigencias de realizar todo a la vez y la presión por ser productivos se convierten en una constante, Niksen se presenta como un respiro. Se trata de pulsar un botón de pausa, de permitirse un momento para simplemente estar, sin hacer nada.

Beneficios de practicar Niksen o el arte de no hacer nada
El Niksen no solo combate el estrés, sino que también nos permite reconectar con nosotros mismos, aumentar nuestra capacidad de concentración y mejorar nuestra productividad a largo plazo.
Lo curioso es que, al permitirnos esos pequeños momentos de desconexión, el cerebro tiene la oportunidad de descansar y de volver a las tareas con un enfoque renovado y una mayor capacidad de atención. Algunos de sus beneficios son:
- Aumento de productividad. Aunque parece contradictorio, no hacer nada puede aumentar nuestra productividad.
- Descanso mental. Este descanso permite que nuestra mente se libere del estrés y las presiones diarias.
- Divagación y reflexión. La inactividad facilita la divagación mental, lo que promueve la reflexión y nuevas perspectivas.
- Recarga mental. Al descansar, nuestro cerebro se recarga, mejorando su funcionamiento.
- Claridad mental. Cuando retomamos nuestras tareas, lo hacemos con mayor claridad mental.
- Mayor eficiencia. El descanso permite enfocarnos mejor en lo que realmente importa, aumentando nuestra eficiencia.
- Mejores decisiones: La claridad y el enfoque resultantes nos permiten tomar decisiones más acertadas.
Además de estos beneficios cognitivos, Niksen también tiene un impacto positivo en nuestra salud mental. Nos enseña a no sentir culpa por disfrutar de momentos de inactividad y a priorizar lo realmente importante. Este hábito reduce la ansiedad y fomenta una mayor conexión con nuestros propios deseos y necesidades, lo que, a su vez, fortalece las relaciones personales.
De hecho, el investigador Andrew Smart, autor de El arte y la ciencia de no hacer nada, explica que el cerebro humano sigue activo incluso cuando no está realizando una tarea específica. Este tiempo de «inactividad» permite a la mente procesar información de manera diferente, favoreciendo la creatividad y la generación de nuevas ideas.
Así que, la próxima vez que se sienta culpable por no estar haciendo nada, recuerde que ese descanso puede ser justamente lo que su mente necesita para ser más productiva, creativa y feliz.
No hacer nada también es hacer mucho. ¡Aprendamos a disfrutar de esos momentos de pausa!
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