Desde hace décadas un porcentaje considerable de la emigración dominicana ha enrumbado su mirada hacia España, que se ha convertido en un centro de atracción para la mano de obra extranjera, dada la necesidad de abastecer la demanda laboral en diversos sectores productivos y de servicios. Este flujo migratorio se produce en el marco del crecimiento dinámico y sostenido de la economía española, que en los últimos años registró tasas de crecimiento superiores a la media de la Unión Europea.
En la actualidad, residen en España más de 200,000 dominicanos que desempeñan múltiples oficios en los sectores de hostelería, bares y restaurantes; la industria de la construcción, talleres de mecánica y manejo de máquinas pesadas; en adición a peluquería, servicios domésticos y de limpieza, enfermería y cuidados de personas de edad avanzada. Estas actividades generan salarios más atractivos en el país receptor comparados con los existentes en el lar natal, lo que permite a los emigrantes contribuir con su comunidad de origen mediante el solidario envío regular de remesas a sus familiares, coadyuvando así al desarrollo económico local y a la consiguiente reducción de los niveles de pobreza.
Cabe resaltar que, además de su significativa participación en el perfil ocupacional del sector terciario, también muchos dominicanos y dominicanas se han destacado como profesionales en los campos de la medicina, el derecho y la docencia universitaria, donde encontramos directores departamentales y profesores de posgrado, junto a otras actividades de carácter artístico y literario. Tales son los casos del reconocido oftalmólogo Dante Heredia, de la Clínica Barraquer de Barcelona; el doctor Luis Abreu, jefe del servicio de gastroenterología de la clínica Puerta de Hierro en Madrid; el diseñador Rafael Díaz, director ejecutivo de la Escuela Universitaria de Diseño, Innovación y Tecnología (ESNE); el sociólogo y académico Carlos Julio Báez Evertsz, quien ha sido funcionario de carrera en la Administración pública; o la doctora Bernarda Jiménez Clemente, que ha creado un voluntariado de madres dominicanas para asistir a los inmigrantes en los trámites para capacitación, defensa de sus derechos y obtención de la ciudadanía.
El fenómeno de la migración no solo favorece a los países de origen al aliviar las presiones demográficas y socioeconómicas que gravitan en las economías escasas en recursos y puestos de trabajo.
También se ha convertido en un factor clave para motorizar países industrializados con pirámide poblacional invertida que requieren operarios jóvenes para satisfacer la demanda ocupacional a fin de frenar la tasa de envejecimiento y contribuir con sus cotizaciones a la buena marcha de la seguridad social. Por demás, su presencia en España no representa necesariamente un desplazamiento de la mano de obra local, ya que los inmigrantes suelen realizar labores que los nacionales evitan desempeñar.
De modo que nuestro flujo migratorio hacia la Madre Patria refleja cada vez más un enriquecedor proceso integrador, intercultural y pluralista, que evita los procesos de exclusión y facilita la convivencia, brindándosele al inmigrante la oportunidad de incorporarse a la sociedad de acogida en igualdad de derechos, deberes y oportunidades.
En materia de cooperación interuniversitaria, a través de las instituciones de educación superior vinculadas al programa de becas internacionales del Ministerio de Educación Superior, Ciencia y Tecnología (MESCYT), España viene contribuyendo a la formación de cuadros en distintas áreas de conocimiento y ofrece altos niveles de especialización acordes con las necesidades de desarrollo social de la República Dominicana. A la fecha, más de 18,000 estudiantes han obtenido becas en universidades españolas mediante este intercambio de posgrado, que supone un valor añadido para el presente y futuro de la sociedad dominicana, estableciendo puentes de acercamiento y cooperación institucional.
Un reciente informe del embajador dominicano en España, Juan Bolívar Díaz, publicado en coautoría con su esposa, la economista Ada Wiscovitch, señala que al final del siglo XX la emigración dominicana hacia España llegó a ser femenina hasta en un 80% de los casos. Sin embargo, con las facilidades establecidas para la reunificación familiar, llegaron esposos e hijos, reduciéndose este porcentaje a menos del 60%. Merece destacarse que las dos terceras partes de la colectividad dominicana ha obtenido la nacionalidad española, lo que constituye un paso encomiable que favorece la integración y las posibilidades de afianzarse y progresar mediante la obtención de mejores empleos en el mercado laboral.
…al final del siglo XX la emigración dominicana hacia España llegó a ser femenina hasta en un 80% de los casos.
Por otra parte, a través de la Ley de Memoria Histórica, promulgada a finales del 2007, se les ha concedido la ciudadanía a unas 5,200 personas de ascendencia española. Asimismo, mediante la aplicación de la Ley de Memoria Democrática, conocida como la Ley de Nietos, cerca de 3,000 solicitantes han tramitado ante el Consulado de España en Santo Domingo su ciudadanía.
Se estima que a mediano plazo la cifra se elevará a 6,000 beneficiarios, que, agregados a los ya nacionalizados por la ley de 2007, conformarán un total de más de 12,000 nuevos españoles, lo cual contribuirá a fortalecer aún más los lazos de compromiso y solidaridad entre ambos países.
Durante las primeras décadas del siglo pasado, alrededor de 15,000 españoles y españolas arribaron a República Dominicana en busca de progreso y libertad, dada la poca movilidad social y económica existente en la España de entonces, o para escapar a las desventuras desatadas por la Guerra Civil de 1936 a 1939 y la secuela de privaciones que acarreó la posguerra.
Hoy, en un gesto de reciprocidad histórica, los descendientes de aquellos emigrantes, que a lo largo de cinco siglos de historia compartida cruzaron esperanzados el Atlántico para arribar a esta hospitalaria tierra quisqueyana, son acogidos en España, conformando un colectivo laboral que, con esfuerzo y dedicación, se ha labrado un destino promisorio en su nueva patria de adopción.
Escrito por Manuel García Arévalo.
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