Desde Villafañe & Asociados Consultores definimos que un riesgo reputacional es cualquier riesgo, vinculado directamente a la compañía, a su cadena de valor o a su entorno, que afecta negativamente a la satisfacción de las expectativas de sus grupos de interés, de manera suficientemente grave como para acarrear una respuesta que menoscabe la reputación corporativa.
Y en estos momentos, según el último Informe de Riesgos Globales del Foro Económico Mundial, estamos ante un escenario tan complejo que las empresas deben de estar preparadas, no solo para afrontar los riesgos señalados en el documento, sino también para entender cómo pueden repercutir en su reputación.
Según el informe del Foro Económico Mundial, el clima extremo es el riesgo principal con mayor probabilidad de presentar una crisis material a escala global en 2024 en opinión de los encuestados.
En comparación con 2023, el informe de este año destaca la aceleración de los riesgos ya detectados. Por
ejemplo, el aumento de las tensiones geopolíticas en múltiples regiones contribuye a un orden global inestable caracterizado por la polarización de narrativas, que erosionan la confianza e incrementan la inseguridad.
Al mismo tiempo, los países están afrontado la dificultad de gestionar un clima cada vez más extremo, y los recursos de adaptación al cambio climático no alcanzan el tipo, la escala y la intensidad de los fenómenos relacionados que ya están teniendo lugar.
Unidos a estos temas, y en parte consecuencia de ellos, el coste de la vida cada vez es mayor, con una persistente inflación y tasas de interés en aumento, que contribuyen a mantener la incertidumbre económica en gran parte del mundo. Especialmente en los países vulnerables, donde estas dificultades podrán agravar su situación si no son capaces de desarrollar infraestructuras físicas y digitales adecuadas, establecer marcos seguros para las gestiones comerciales, impulsar inversiones verdes o favorecer el emprendimiento.
Los riesgos asociados a las tecnologías tienen también un lugar destacado en el informe. De hecho, en el horizonte a dos años, la desinformación generada mediante Inteligencia Artificial (IA) es puesta en primer lugar por los encuestados, mientras que la ciber inseguridad aparece en el cuarto puesto. Ambos son riesgos que tienen una vinculación directa con la gestión reputacional de las organizaciones y donde deben reforzarse los mecanismos de control para evitar o minimizar el impacto en caso de materialización.
Por otro lado, hay que tener en especial consideración la volatilidad de la información y su fragilidad, que se constata en titulares desalentadores y muchas veces falsos, que son compartidos a través de redes sociales.
La desinformación puede dividir a la población y motivar si cabe más a la polarización social, a la fragmentación y las divisiones políticas, riesgo que también ocupa un lugar prioritario en el informe. Si tenemos en cuenta que 2024 es un año electoral, hay que prestar especial vigilancia a la incidencia de que la desinformación afecte a la percepción de la realidad de los públicos y derive en mayor polarización, o incluso influya en un discurso político que promueva la propaganda o la censura como reacción.
En resumen, el año 2024 ha llegado con una previsión de aceleración de los riesgos ya detectados antes y la suma de otros nuevos, como puede ser el impacto negativo de la masiva adopción de herramientas de IA. Pero una correcta gestión desde el punto de vista reputacional puede ayudar a que las organizaciones preparen respuestas adecuadas a las expectativas de cada uno de sus grupos de interés.
Escrito por Elena Crespo, Villafañe & Asociados.
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