El trabajo aporta múltiples beneficios al ser humano como tal desde una autoestima más sólida, hasta el constante aprendizaje de los desafíos diarios. Para muchos, más allá de una responsabilidad involuntaria, proporciona un sentido de pertenencia y valor en la sociedad.
Existe una delgada línea entre una persona comprometida y una persona adicta al trabajo. Para comprender en qué momento este estímulo se convierte en un arma de doble filo, conversamos con la psicóloga general sanitaria Denisse Vallejo, graduada en la Universidad de Salamanca y especialista en medicina psicosomática y psicología de la salud.
La adicción al trabajo para muchos es difícil de identificar pues la mismo tiene una connotación positiva en la sociedad. Mientras más trabajamos, más aumenta nuestro valor. ¿Cuál considera que es la primera pista para entender que hay un descontrol en el ámbito laboral?
Creo que el primer descontrol sería precisamente ese que mencionas, valorar o calificar a un ser humano por su nivel de productividad o podemos decir su “apretada agenda” más que nada. Entendiendo la adicción al trabajo como “una necesidad interna del individuo de estar trabajando”, una primera mirada podríamos darla viendo sus otras esferas, ¿Hay algo más que lo llene o lo motive tanto como el trabajo? Si estamos frente a una persona que ha descuidado o empieza a dejar de lado su vida social, familiar, espiritual por solamente trabajar. ¡Alto! Tenemos que prestar atención.
¿Cuáles son las consecuencias que puede generar a largo plazo el exceso de trabajo?
Importante una pausa aquí, estrés laboral no es lo mismo que burnout ni tampoco adicción al trabajo, pero de forma general, el exceso de trabajo a largo plazo, sin factores de protección para el sujeto (ejercicio, actividades de ocio, vida social o vínculos sociales significativos, alimentación consciente…) pueden causar un desgaste significativo en la persona que desencadenen en situaciones crónicas de salud y pongan en peligro la vida misma.
La especialista asegura que el cuerpo tiene necesidades muy específicas y sabe pedirlas, por lo que al ignorarlas puede producir:
- Cefaleas
- Molestias gastrointestinales
- Sintomatología ansiosa o depresiva
- Fatiga
- Despersonalización (observarse a si mismo afuera del cuerpo)
Por eso insisto, el exceso de trabajo es un alto importante para vernos como personas, ver qué posición ocupa ese exceso y trabajarlo; la idea no es solo tratar síntomas, es ver al ser humano en su integridad y no pensar que la fiebre está en la sábana, dígase, el problema no es la conducta como tal, son los factores que lo sostienen.
La ambición se relaciona con la sed de superación. ¿En qué punto la misma se convierte en un deseo autodestructivo?
Ninguna de las dos hace daño, es más, son totalmente necesarias para levantarnos cada día. El terapeuta Salvador Minuchin decía algo así como “Una necesidad cubierta no es una fuente de motivación”, el querer algo nos mueve y nos da sentido en muchas ocasiones.
¿Dónde estaría el punto de reflexión para mi? En la incapacidad de la persona de verse así mismo y solo vivir a través de ese deseo. Es colocar mi valía y mi identidad en una posición o un estatus social; renunciar a la vida hasta que no consiga eso que “necesito». Lo gracioso del caso, por llamarlo de alguna forma, es que nunca vamos a conseguir eso que «necesito» porque como sociedad también hemos aprendido a reforzar la idea de que el cielo es el límite y no ha disfrutar y valorar lo conseguido.
¿Qué factores pueden detonar una adicción al trabajo? ¿Algún trauma de la infancia influye en este comportamiento?
La adicción al trabajo, como cualquier otra adicción, se entiende como una enfermedad biopsicosocial, dígase, no hay una causa específica si no componentes que van desde la genética hasta lo social.
Traumas no manejados ciertamente van a repercutir en nuestra vida, pero no necesariamente una persona que haya pasado por una situación traumática va a desarrollar conductas adictivas.
¿Cómo puede un familiar o allegado ayudar a una persona adicta al trabajo?
Pues pidiendo ayuda a un profesional del área. Regularmente cuando hablamos de adicción, hay más de solo una y requiere un manejo respetuoso y responsable.
Como familiar o allegado puedo acercarme a la persona y hablarle desde lo que siento y veo desde afuera, sin juzgar, sin etiquetar y sin querer resolverlo tampoco. Hablamos de seres humanos no de ecuaciones matemáticas que esperan una respuesta rápida.
Puedo estar ahí, preguntar qué necesita y acompañarlo, pero es muy probable que se encuentre tan arropado por la situación que le sea difícil comprender o verbalizar que hay “algo malo” y que necesita ayuda. Podemos sugerirle buscar ayuda, buscar fortalecer algún factor de protección, estar ahí o, si sentimos que la vida está corriendo peligro, necesitamos obligatoriamente ser un poco menos respetuosos y buscar ayuda de un profesional que pueda valorar la situación y hacer un plan de trabajo.
¿Es posible ser exitoso en el trabajo y llevar un balance en la vida personal? Según tu experiencia personal, ¿Cómo se puede alcanzar un balance sano?
El balance es lo más relativo que existe. Como personas tenemos situaciones que van exigiendo de nosotros y eso hace que nuestras prioridades cambien y el balance vaya danzando con el ritmo que traiga la música. Si, se puede ser exitoso en el trabajo y sentirse pleno en la vida personal, pero eso está lejos de verse como una rutina rígida todos los días.
Hay días que mi prioridad es ser mamá, otros es ser terapeuta, en otras situaciones necesito verme a mi fuera de mis roles y ese es el balance sano. Ese que me permite ser gentil conmigo, me permite ser flexible dentro de mis esquemas o mi agenda y poder fluir con situaciones que se presente. La idea no es tenerlo todo bajo control siempre, la idea es ver mis necesidades y prioridades e ir respondiendo a ellas desde una posición de cuidado y a veces hasta haciendo las paces de que no podemos con todo, todo el tiempo.
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