Relativizar los problemas: Aprenda a diferenciar lo urgente de lo importante

Lo que hoy parece ser un quebradero de cabeza, mañana puede no tener ninguna importancia. Al relativizar los problemas, se sopesa en el presente la magnitud real de una situación y se acciona en función de su grado de importancia.

Piense por un momento cuando estaba en la escuela. Situaciones como reprobar un examen parcial, llegar tarde a una práctica deportiva o quizás no ser correspondido por la persona que le gustaba son hoy meros recuerdos. Sin embargo, en su momento, probablemente sintió que era el fin del mundo. Por eso, al relativizar los problemas, se les da a las situaciones su justa medida.

“Aprender a relativizar nos ayuda al equilibrio personal, a vivir con más tranquilidad, armonía y conciencia de bienestar. La felicidad suele alojarse en las conciencias tranquilas”, expresa el psicólogo Blas Ramón Rodríguez en su blog.

¿Cómo aprender a relativizar?

Tal como aclara la analista de la conducta María Padilla para el Diario ABC, relativizar no significa ignorar los problemas, sino enfrentarlos con perspectiva. Veamos cómo puede entrenar esta habilidad:

  1. Analice su reacción y busque su origen. Si siente que algo pequeño le afecta desproporcionadamente, pregúntese: ¿De dónde viene esta reacción? ¿Estoy repitiendo patrones aprendidos en mi infancia? ¿Qué me faltó aprender para manejar esto con más calma? Reconocer que las reacciones tienen un origen es el primer paso para desactivarlas.
  2. Pregúntese si esto le importará cuando pase el tiempo. Esta es una técnica sencilla, pero efectiva. Cuando algo le agobie, deténgase y reflexione: ¿Esto seguirá siendo importante dentro de un año? La mayoría de las veces, la respuesta será «no».
  3. Haga una pausa y respire. Las emociones intensas nos llevan a reaccionar en lugar de responder. Practique la respiración profunda o las técnicas de mindfulness para tranquilizarse antes de abordar el problema. «Un cerebro en calma encuentra soluciones más claras», revela.
  4. Piense como un observador externo. Imagine que un amigo cercano está pasando por lo mismo. ¿Qué consejo le daría? Cuando se ve el problema desde fuera, se suele tener una visión más equilibrada y menos dramática.
  5. Replantee el problema, cambiando la perspectiva con preguntas como: ¿Qué es lo peor que podría pasar? Si esto le ocurriera a otra persona, ¿lo vería igual de grave? ¿Qué puedo aprender de esta situación?
  6. Rodéese de ejemplos positivos. Busque personas que afronten los problemas con serenidad y aprenda de ellas. La calma y la capacidad de relativizar son contagiosas, igual que el dramatismo.
  7. Desarrolle recursos emocionales. Si descubre que carece de herramientas para manejar ciertas situaciones, trabájelas. Lea, pida ayuda profesional o haga ejercicios que le permitan incorporar nuevos recursos. «La esencia del trabajo personal es aprender lo que no se nos enseñó», explica.
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¡Bono! Método 10-10-10 para relativizar los problemas

Esta técnica pretende facilitar la toma de decisiones complicadas. Consiste en describir cómo le podría afectar el problema al que se enfrenta en los próximos diez minutos, en los próximos diez meses y en los próximos diez años. Al hacerlo, verá la situación en perspectiva y podrá determinar cuánta energía debería dedicar a él.

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